Como preludio de la Cuaresma y Semana Santa, los sacerdotes nos han remitido una carta para todos los cofrades, que nos sirva de reflexión ante las fechas que se aproximan
Palabra de Dios y Eucaristía.
A las puertas de la cuaresma y con la mirada en
la Semana Santa, los cristianos nos acercamos a
la Palabra de Dios como algo fundamental para nosotros que nos ilumina en nuestro camino y que se ve planificado en
la Eucaristía centro de la vida cristiana.
Eucaristía y Palabra de Dios son dos pilares en la vida del cristiano.
A raíz del Sínodo de Obispos celebrado en Roma ha salido a la luz un documento de Benedicto XVI sobre
la Palabra de Dios en la vida y en la misión de
la Iglesia. Es un documento en el que el papa nos exhorta a tener más familiaridad con
la Sagrada Escritura y tomarla siempre en cuenta en nuestra vida de cristianos.
“Exhorto, pues, a los pastores de
la Iglesia y a los agentes de pastoral a esforzarse en educar a todos los fieles a gustar el sentido profundo de
la Palabra de Dios que se despliega en la liturgia a lo largo del año, mostrando los misterios fundamentales de nuestra fe”. “Conviene, por tanto, tener siempre en cuenta que
la Palabra de Dios leída y anunciada por
la Iglesia en la liturgia conduce a
la Eucaristía como a su fin propio.”
La Eucaristía nos ayuda a entender
la Sagrada Escritura, así como
la Sagrada Escritura, a su vez, ilumina y explica el misterio eucarístico.
Por eso, cuando con devoción preparamos los actos de
la Semana Santa y nos disponemos a hacer todo lo posible para que las procesiones y otros actos salgan bien de cara al pueblo que acude a venerar al Señor y a
la Virgen Ntra. Sra., no podemos olvidar que
la Palabra de Dios junto a
la Eucaristía nos adentran en el misterio central de la pasión, muerte y resurrección del Señor.
Que bello es ver las imágenes de nuestros pasos procesionales por las calles de Cuéllar.
Son imágenes que nos recuerdan el misterio de un Dios amor, que se entrega por nosotros, que lo da todo, hasta la propia vida.
Esas imágenes estáticas nos transportan a la realidad vivida por el Nazareno y María,
la Madre,
la Dolorosa. Esas imágenes nos hablan al corazón, son como palabra viva que hace que despertemos de nuestra indiferencia y recordemos que los cristianos tenemos que caminar con ilusión, con esperanza, entregados para ser constructores de una mundo más justo y más humano.
No olvidemos nunca, como creyentes que somos, que
la Palabra de Dios y
la Eucaristía son fuente de gracia, nos iluminan y nos conducen por la senda de la salvación.
Los sacerdotes de la Parroquia.