sábado, 16 de abril de 2011

“LA IMAGEN Y COFRADÍA DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD DE CUÉLLAR Y SU VENERACIÓN EN LA IGLESIA DE SAN FRANCISCO”

            La segunda de las conferencias organizadas por nuestra Cofradía tuvo lugar el viernes 15 de Abril, en el Salón de Actos del Palacio de Pedro I.

 Dñª. Julia Montalvillo García, archivera de la Fundación Archivo Histórico de la Casa Ducal de Alburquerque, fue la encargada de ofrecer una interesante ponencia sobre los orígenes de nuestra Cofradía, que se remontan por lo menos al Siglo XVII.

La imagen de Nuestra Señora de La Soledad es una talla de autor desconocido,  de las llamadas “de candelero”, o “de caballete”, es decir, una imagen que sólo tiene tallados la cabeza, el torso y los brazos. Todo ello se asienta sobre una estructura de palos de madera fijados sobre una base o peana.
Fue la reina Isabel de Valois, esposa de Felipe II, la que por primera vez trae a España un cuadro de la Virgen de La Soledad.

La vestimenta de esta imagen es la de una viuda rica del Siglo XVI. Se veneraba en el desaparecido Convento de Nuestra Señora de Las Victorias, en Madrid. El convento fue desamortizado posteriormente y se cree que la actual imagen de la Virgen de La Paloma es una copia de aquella imagen que trajo la reina Isabel de Valois desde Francia.

Nuestra Señora de La Soledad de Cuéllar siempre ha estado vinculada al Convento de San Francisco. En la época de esplendor de los franciscanos (siglos XVI-XVII) se hacían representaciones del Descendimiento de Cristo en lo que hoy se conoce como la Plaza de La Soledad, frente a este convento de San Francisco. La imagen de la Soledad recibía ante sus pies al Cristo Yacente, dando un realismo especial a esta escena. Es la época del culto a los santos. Es el siglo de los nazarenos y  las dolorosas.

Los Duques de Alburquerque son por ello, fervientes devotos de esta imagen.  Dº. Francisco Fernández de la Cueva (1619-1676), 8º Duque de Alburquerque y Virrey de Nueva España y Sicilia, fundó en la Catedral de Méjico una grandiosa capilla en honor de La Soledad. Un día, mientras rezaba en esta capilla, el duque sufrió un atentado. El agresor le propinó un golpe con la espada e inmediatamente fue reducido por la guardia y ejecutado al día siguiente. El duque atribuyó la suerte de haber salido ileso a Nuestra Señora de La Soledad, y tanta importancia dio a este hecho que envió una carta al Convento de San Francisco de Cuéllar contando este percance.

Los sucesivos Duques de Alburquerque continuaron esa devoción por la Virgen de La Soledad y eran enterrados con el hábito franciscano en su panteón familiar del Convento de San Francisco.

En definitiva, podemos concluir que desde 1695 la Cofradía de Nuestra Señora de La Soledad ya existe. Hay documentos en el Archivo Histórico de la Casa Ducal de Alburquerque que lo demuestran: se ordenaba que la Cofradía de La Soledad acompañara en el cortejo fúnebre de los miembros de la Casa Ducal.

La talla de la Virgen posiblemente también existiera en esa época y se cree que fuera una imagen donada por los Duques.

Julia Montalvillo resaltó el rostro de la Virgen: su textura de porcelana es el mejor reflejo del dolor que transmite ante el cuerpo de su hijo muerto.  
            
En 1871, el Convento de San Francisco estaba en serio peligro de derrumbe. El regimiento de Cuéllar acordó el traslado de varias imágenes, entre ellas la de La Soledad, al templo de San Miguel, donde se venera actualmente.

Finalmente, la Junta de Gobierno de la cofradía entregó a Julia Montalvillo un obsequio en agradecimiento a su interesante conferencia. También se le impuso la insignia de nuestra Cofradía.

Muchas gracias a los ponentes y a todos los asistentes a este Primer Ciclo de Conferencias “Nuestra Señora de La Soledad”.